martes, 16 de junio de 2009

La máquina de legalizar horrores



Dirigida por el poder, la televisión sirve de escenario para mostrar y legalizar el horror. Bajo el disfraz de una civilizada mesa de debate y encuentro, un conductor es capaz de arbitrar sobre el genocidio como si fuera un enviado celestial. Desde Buenos Aires las cámaras lo transmitían. La trampa, manipulada por un conocido periodista, encerraba otra vez a un torturado de la última dictadura militar en manos de su verdugo. A continuación Cecilia Castillo comenta las incidencias de la situación, y reseña quién es este periodista que hacía de noble mediador.


Mariano Grondona - Mediocridad en la pantalla chica

Por Cecilia Castillo

En 1997 el periodista Mariano Grondona invitó a su programa Hora Clave al socialista Alfredo Bravo y al ex comisario Miguel Etchecolatz para debatir… Sí, torturado y torturador en un mismo programa, en la misma escenografía, a pocos metros uno del otro. Se dijo que ambos sabían…puede ser que sí o que no, puede ser que la necesidad de hablar, de enfrentar, de buscar alguna explicación, o de negar hayan sido el motor para este encuentro, pero la cuestión recae más allá de la víctima y del siniestro personaje Etchecolatz, acá se puede preguntar: ¿Cuál fue la necesidad de Grondona y su producción para semejante suceso? ¿Quién quiere ver la cara y la mediocridad de las palabras de un asesino por televisión?

En el programa, de más de una hora y media de duración, Etchecolatz afirmó que Bravo, quien en 1976 era dirigente de CTERA y estuvo detenido-desaparecido no fue torturado durante su reclusión y con su sonrisa macabra característica le pedía a Bravo que le describa la “supuesta tortura que había sufrido”. Esto fue una de las tantas barbaridades que salieron de la boca del represor.

Se puede ir a la simple justificación que todo esto fue armado en búsqueda de un alto rating por el canal, la producción y el periodista… Pero: ¿Hasta qué punto la cantidad de audiencia opaca los valores?, o mejor dicho:
¿Cuáles son los valores de Grondona?

Hay que tener en cuenta que ya desde el Golpe de Estado de Onganía, Grondona fue un fiel partidario de estas acciones de las Fueras Armadas: en sus notas periodísticas de la época mostraba su apoyo al nuevo líder militar y lo encubría, describiendo a la situación como “una respuesta ante la crisis argentina”. El 30 de junio de 1966 escribe en la Revista Primera Plana: “Arturo Illia no comprendió (...) que las fuerzas armadas, dándole el gobierno, retenían el poder. El poder seguía allí, en torno de un hombre solitario y silencioso (...). El gobierno y el poder se reconcilian, y la Nación recobra su destino...”.
En 2003 en su programa Hora Clave, se refirió al periodo de la última dictadura militar (1976-1983) y con palabras acordes a su posición durante la misma dijo: “Lo racional en toda guerra es estar al lado de los ganadores”.

¿Guerra? ¿Ganadores? ¿Racionalidad? ya con esto creo que podemos situarnos en su ideología y apoyo a los golpes militares, que incluyen las torturas y homicidios.

Fue el mismo hombre que invitó en el 97´ al represor Etchecolatz al que llamó, cada vez que se refería a él: “comisario”. La manera de nombrarlo reveló nuevamente la postura de este periodista.

En el programa, por más que Grondona se quiso mostrar como un periodista que no censura y deja hablar a los dos lados, la falta constante de respeto del torturador al torturado no era silenciada: “¿Quién lo liberó a usted Bravo? ¡Maserá!”, fue una de las tantas barrabasadas que el periodista permitió que se digan en su programa. Sí, a veces, le pedía “al comisario” que no interrumpa, pero no le impidió que publicitase su libro constantemente, un libro que niega, esconde y rodea la apología del delito.
Grondona fue el mediador de una situación totalmente violenta para cualquier espectador, y ni me imagino para el mismo Mario Bravo.

De afuera se puede decir que Grondona se equivocó, que emitió un programa violento y le dio lugar a palabras mediocres y mentirosas a un asesino. Pero no lo podemos juzgar, porque aunque no respete la verdad, la historia y lo realmente sucedido; respeta sus propios valores (¿?)

No podemos afirmar que el periodista de Hora Clave quiso hacerle promoción a al libro “La otra campana del Nunca más” de Etchecolatz, pero si su objetivo era el enfrentamiento, el debate o el testimonio…no lo logró, lo único que causó es tener que escuchar palabras mentirosas y risas cínicas por parte de un torturador. Y si la idea mostrar “las dos caras de la moneda” (aunque para muchos, incluyéndome hay una sola), no hacía falta que el torturado y torturador se crucen

Muchas palabras, mucho tiempo (casi hora y media), poca razón, mucha mentira, que generaron angustia y violencia…¿Con qué sentido?

Como dijo Mario Bravo a Etchecolatz: “Debería pedir perdón a la sociedad por todas las torturas que infligió, por los detenidos y desaparecidos que sacó en La Plata, con el señor Camps. Además, no tiene derecho a hablar ante estas cámaras”. Yo creo que también el que debería pedir perdón a la sociedad es Mariano Grondona.

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