Sadako Sasaki, era una niña japonesa que fue expuesta a la radiación de la bomba atómica arrojada en Hiroshima a los dos años de edad. A los doce su cuerpo manifestó los daños y desarrolló leucemia. La pequeña fue internada.
Al poco tiempo de permanecer en el hospital recibió cien grullas de papel para motivarla en su recuperación. Con el deseo de vivir comenzó el senbazuru, antigua creencia japonesa de que al realizar mil grullas de papel se cumplen los deseos de quien las hace. Pero a pesar de esas ganas de luchar, tras ocho meses de padecimientos, falleció en presencia de su familia.
Sus compañeros de clase hicieron una llamada nacional para honrar a todos los niños que murieron por la bomba. Con la ayuda de más de 3.100 escuelas del Japón y de otros nueve países se pudo construir esta estatua de bronce.
En varios sitios del parque memorial en que se emplaza podemos ver cientos de figuras de origami que gente de todas partes lleva al lugar en homenaje a Sadako.
El monumento se terminó y presentó para el 5 de mayo de 1958, en el día de los niños en Japón.